Llevamos siglos intentando conseguir la paz del mundo, hombres ilustres y grupos civiles se han pronunciado en contra de la guerra y la violencia pero los resultados han sido pasajeros. Hemos errado las estrategias porque no hemos atendido el origen. Para cosechar una sociedad equilibrada debemos depositar las semillas de la paz en el inicio de la vida, solo ahí puede germinar la paz sustentable que tanto anhelamos.
Hubo un tiempo en el que la gente creía que la tierra era plana y que el sol giraba alrededor de nosotros, eran considerados como herejes y tontos los que creyeran lo contrario. Hace ya mucho tiempo que la evidencia derrumbó la teoría geocéntrica, pero seguimos teniendo una estrecha y pobre visión de cómo funcionan las cosas aquí en la tierra, hemos lanzado satélites para explorar Marte pero sigue sin quedarnos claro cómo se construye el ser humano.
En esta primera parte de “reflexiones para sacar del hoyo a la sociedad”, hablaré sobre un paradigma actual, equiparable al de la tierra plana, que dice: “Los bebés no sienten ni recuerdan, lo que les pase no es importante, sus vivencias no afectan su vida futura”. Tan arraigada tenemos esta creencia que hasta hace pocos años, muchos bebés eran operados sin anestesia porque los doctores afirmaban que su sistema nervioso y las sinapsis cerebrales no estaban lo suficientemente desarrollados para sentir sufrimiento. La evidencia científica a desbancado tal barbarie, demostrando que los bebés sí sienten y todo lo que viven queda profundamente marcado en su psique. David Chamberlain, un científico que lleva décadas investigando el cerebro de los bebés ha demostrado, a través de una investigación empleando técnicas de hipnosis, que los adultos sí recordamos de forma inconsciente la forma en que fuimos recibidos al nacer, por lo tanto, nuestra tendencia o insensibilidad a la violencia están fuertemente influenciadas por nuestra gestación y la forma en que nacimos.
A pesar de que cada día se acumula más evidencia científica sobre las capacidades y necesidades de los bebés, seguimos tratando a los recién nacidos peor que a un bisteck en la carnicería, los sometemos a rutinas tortuosas y los separamos de su hábitat natural; la madre. Dejando en ellos la impronta de la violencia y una profunda marca en su personalidad.
El gran escepticismo que existe en torno a tratar con máximo respeto, dignidad y cuidado el nacimiento de los bebés, tal vez se deba a que no podemos recordar nuestro nacimiento y tampoco contamos con memorias claras de nuestra infancia temprana. Pero aunque no tengamos presente esas vivencias, diariamente convivimos con las consecuencias, tenemos una sociedad violenta, llena de injusticias, falta de compasión y amor, ciudadanos depresivos y ansiosos.
“Cuando el proceso del nacimiento se vea como un período de suma importancia en el desarrollo de la capacidad de amar, ocurrirá la revolución en nuestra visión de la violencia.” -Michel Odent
Hay mucho por hacer para mejorar la calidad de vida de los seres humanos, empecemos por volcar nuestros esfuerzos en el bienestar de la díada madre-hijo. En nombre del progreso, la medicina ha olvidado las necesidades que tienen las mujeres sanas y ha ignorado por completo las capacidades de los neonatos. Un nacimiento respetado y humanizado asegura beneficios psicológicos, cognitivos y de salud. Algunas (de las muchas) prácticas que podemos cambiar son:
Que el bebé elija cuando nacer: Dejemos de programar a nuestro antojo y comodidad la fecha de cumpleaños de los bebés. A menos de que se trate de una cesárea de emergencia es importante esperar a que inicie el trabajo de parto para proceder con la cesárea o con el parto en sus diferentes versiones. Esto asegura que el sistema respiratorio y el organismo del bebé estén maduros y que madre e hijo puedan beneficiarse del cocktail de hormonas del trabajo de parto. Para leer más –> ¿Por qué no programar una cesárea?
Alto índice de cesáreas innecesarias: ¿Cómo es que una mujer con un embarazo sano y con la determinación de tener un parto no lo consigue y termina en cesárea? Las hormonas del trabajo de parto son tímidas, necesitan intimidad, silencio, oscuridad, calor, acompañamiento amoroso y que no molesten a la madre. Sin estos elementos es muy difícil que el parto pueda llevarse a cabo sin intervenciones, anestesias, inducciones y maniobras. Es muy sencillo, parir es parte de la sexualidad, sería muy incomodo hacer el amor en un quirófano frío, con luces súper brillantes y en constante observación de un variado personal sanitario. En el trabajo de parto pasa igual, las condiciones de los hospitales no permiten que fluyan las hormonas encargadas y por consecuencia muchas mujeres “no dilatan” y los bebés empiezan a sufrir. Necesitamos que los hospitales cuenten con áreas diseñadas para parir fisiologicamente.
Exceso de intervención: Uso de fórceps, ventosas, maniobra de Kristeller. Si permitimos a la mujer libertad de movimiento, de forma instintiva adoptará la posición que mejor se adapte según la posición en que viene el bebé; parada, en cuclillas, a gatas, etc. Si permitimos que la madre sea la protagonista del parto no serían necesarias tantas intervenciones.
No hay nada más doloroso que pasar las contracciones acostada con las piernas elevadas, esto exponencía el dolor y aumenta la probabilidad de que la madre pida ser anestesiada y vaya perdiendo la fuerza y la convicción. Si aseguramos que la madre esté acompañada de quien ella elija, que la habitación cuente con lo necesario para pasar el trabajo de parto, si dejamos de intervenir como si de una patología se tratara entonces las historias de parto no serían tan amargas.
Corte tardío del cordón umbilical: A pesar de tantos nuevos estudios acerca de los beneficios de esperar a que el cordón deje de latir, muchos médicos se quedaron con las viejas enseñanzas de que el cordón se tiene que cortar inmediatamente, que si no lo hacen la sangre se regresa, les produce anemia y otras cosas falsas. Esperar a cortar el cordón tiene muchos beneficios en la salud e inteligencia del bebé. Para leer más –> ¿Cómo daña el pinzamiento del cordón el cerebro de tu bebé?
Contacto precoz piel a piel: Para aprovechar la cadena de milagros de la primera hora de vida de un bebé, entre ellos el afianzamiento espontáneo del pecho que evita la mayoría de problemas de lactancia, es necesario que permitan al bebé estar con su madre en contacto piel a piel, oliéndose y enamorándose. La realidad es que al bebé se lo llevan a medir, bañar, pesar y otras rutinas que pueden esperar o hacerse con el bebé sobre la madre. Muchos médicos lo hacen por el protocolo legal que les protege de demandas, pero estoy segura que si supieran de lo mucho que esto influye en el bebé empezarían a transformar el objetivo de su práctica médica. Para leer más –> Que no os separen
Un parto respetado o una cesárea necesaria y humanizada representan el primer gran logro del bebé. Hagamos que sus primeras experiencias en la tierra sellen en su psique la programación de seguridad, vínculo, confianza, compasión y paz.
Este es un tema sensible, que toca fibras íntimas porque es duro enfrentarse a la afirmación: “Nuestro nacimiento, la forma en la nos criaron y la educación que recibimos no fueron lo idóneo o pudo haber sido mejor”. No dejemos que esta falta de perspectiva nos nuble el deber moral de apostar por la paz en el inicio de la vida. Garanticemos una bienvenida cálida y humana y tendremos el primer pilar para una transformación radical de la sociedad. El efecto dominó será contundente.
Por Karla Zárate
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