Es viajar en los asientos más cómodos del tren de la crianza.
Es magia, la experimentas la primera vez que logras portear; en la calma y alivio del bebé.
Es comprender con un “¡Ooo! Ahora entiendo…” a las mujeres de las tribus que saca el National Geographic.
Es sentirte invencible tras cada hazaña, como cuando llegas a casa con bolsas de la compra y un bebé amamantando.
Es la sanidad mental de terminar los pendientes mientras atiendes con amor las demandas de tu hijo/hija.
Es hacerle un favor al futuro de tu cuerpo; columna, rodillas, muñecas…
Portear es llevar cerquita al amor más puro, en un abrazo constante y seguro.
Por Karla Zárate.
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