No quiero celebrar solo una noche de paz al año, quiero que mi hija viva en un mundo de paz todos sus años.
Mi propuesta esta Navidad es que dejemos de luchar contra la guerra y empezemos a criar niños para la paz. Que celebremos como sagrado no sólo el nacimiento de Jesús, sino el de todos los niños del mundo. Que veneremos el milagro de la concepción no sólo en la Virgen María, sino en cada mujer embarazada. Pues es en la gestación, el nacimiento y la crianza
de un niño donde de acuerdo a reciente evidencia científica, se encuentran las áreas de oportunidad y el potencial para cambiar al mundo.
El camino a la paz está lleno de paradigmas a romper y retos que afrontar, uno de ellos es adaptar la comunidad a las prioridades de la infancia, por ejemplo: reformas laborales que velen por el bienestar de las familias, una revolución en el sector salud para resignificar el parto y la lactancia, renovar el obsoleto y antiguo sistema educativo en las escuelas, tejer entre los padres redes de apoyo a la crianza llenas de información, recursos y herramientas para facilitar esta tarea.
Sobre los paradigmas a romper podemos empezar por erradicar la epidemia de “nada pasa” en torno al embarazo, nacimiento y crianza; continuamente escucho que nada pasa si se programan cesáreas por gusto, que Fulanito y todos sus hermanos tomaron leche de fórmula desde el primer día de nacidos y nada les pasó, que a no se cuantos niños les enseñaron a nalgadas y tampoco algo les paso, que nada pasa si dejas llorar hasta el cansancio a un bebé y la lista sigue… en efecto, ellos tienen razón: NADA PASA ¡y ese es el problema! lo que nos hace falta es que SUCEDAN cosas maravillosas.
Urge que la sociedad reconozca que todas las acciones en los primeros años del niño impactan su futuro y en consecuencia el destino de nuestro planeta. Criemos futuros adultos llenos de luz, gestemos la paz y el cambio desde casa.
¡Feliz Navidad!
Por Karla Zárate.
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