Mi cabello nunca ha sido la cabellera de comercial, ni mucho menos, pero durante el embarazo y pese a los achaques, pude disfrutar del baby-glow, ese que dicen que les da a las embarazadas: cero granitos, súper piel, muchísimo cabello, muy brillante, ¡pura cosa linda!
El baby-glow se me volvió calabaza como a eso de los 3 meses de dar a luz; el cabello se me empezó a caer horrible, a mechones, casi me quedo pelona. Afortunadamente después de unos meses las hormonas se aplacan y la cabellera empieza a tomar más fuerza y vaya que la necesita. Y es que la nueva amenaza es mi bebé: se agarra de mi cabello cada que puede, cuando la cargo, amamanto ó cuando jugamos a los besos y cosquillas.
Pero bueno, aunque Alondra me arranque cabellos y ya no tenga tiempo para lavarlo y cepillarlo soy una mamá pelona y feliz.